Los aplausos - Staff Global Group

Los aplausos

18/03/2020

Por María Marín. Directora de Cuentas de Staff Global Group

Cada día a las 20.00h de la tarde la gente sale a los balcones a aplaudir. Supongo que es un evento más, surgido de nadie y de todos. Seguramente el evento más importante estos días para nosotros. Para muchos, no sé si para todos.

Nos estamos acostumbrando a ello, salimos, saludamos a los vecinos, aplaudimos, si estamos un poco animados hasta pegamos un par de gritos, algún “ole”, algún “vamos”… y cuando ya estamos ahí escuchando el rumor del resto de calles de lejos nos quedamos en silencio, sintiendo cómo se van apagando.

Cada día lo mismo, cada día los mismos.

Aplaudimos a los que por su trabajo son importantes para nosotros, no solo ahora, todo el año, aunque no queremos darnos cuenta o nos quejemos de vicio en la vorágine del día a día. Si algo ha conseguido esta enfermedad es darles visibilidad a las profesiones que son imprescindibles para que nuestro círculo siga girando, para que podamos ir a la oficina a hacer  nuestro trabajo y seguir con nuestras vidas.

La noche del domingo viví el evento que creo que se me quedará grabado siempre, podría decir que más que un evento era una regiduría “natural”. Digo natural porque no había nadie al otro lado del pinganillo dando las ordenes al técnico de sonido, al técnico de luces, al propio presentador, al backstage… y todo funcionaba con una coordinación y una naturalidad digno de nuestro David “REGI” a los mandos: estaba aislada en el Hospital de La Paz con otras personas que esperábamos resultados de la prueba del COVID-19.

No pegué ojo, y no porque estábamos allí encerrados durante 10 horas esperando, ni porque el sillón fuera un poco regular, ni por el dolor ni por la fiebre. Era porque no podía dejar de mirarlas, a ellas, porque esa noche todo eran mujeres. Sus movimientos, su forma de ponerse el traje de aislamiento, la escafandra, la cinta aislante en los tobillos, los guantes debajo de las mangas, la casaca, las gafas, la mascarilla, otros guantes… se ayudaban unas a otras como si lo hubieran hecho desde que nacieron, con una coordinación de orquesta. Cómo se movían entre nosotros, sin tocar, sin atosigar, rápidas, mirando cada una de las cosas que necesitábamos, agua, termómetro, tu medicina, sus sabanas, todo controlado. No he visto una regiduría tan bien llevada en los años que llevo en esta profesión.

Supongo que por eso estamos cada noche a las 20h de la noche en los balcones aplaudiendo a pesar de tantas cosas, a pesar de las ganas que tenemos de salir, de seguir con nuestras rutinas y con nuestra vida, supongo que es nuestra manera de animarnos a nosotros y pensar, aunque sea cinco minutos en ellos, en los que hacen que las cosas sean mejor.

Compis, nos vemos en los balcones hasta que podamos vernos en la oficina.

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